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Cuando los israelitas regresaron a su campamento, sus caudillos discutían la causa por la que el Señor había permitido que fueran derrotados.

«Traigamos el cofre desde Siló —dijeron—. Si la llevamos con nosotros a la batalla, el Señor estará entre nosotros y seguramente nos salvará de nuestros enemigos».

Entonces mandaron a buscar el cofre del Señor de los cielos, quien está entronado por sobre los querubines. Y los hijos de Elí, Ofni y Finés la acompañaron hasta el campamento. Cuando los israelitas vieron que el cofre venía, gritaron con tanta alegría y con tanta fuerza que casi hicieron temblar la tierra.

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